lunes, 13 de agosto de 2012

Recomendación 3: Al sur de la frontera, al oeste del sol

Pese a que Haruki Murakami es más conocido por Tokio Blues, yo decidí comprar Al sur de la frontera al oeste del sol porque me gustó la poesía del título y por la correntada de melancolía que me produjo de inmediato. Justo así fue esta lectura.

Con lo que no contaba, y por ello me sorprendí de buena manera, fue con ese soundtrack de música clásica y jazz que incluye Murakami en cada capítulo. A veces eran breves menciones, a veces toda una escena alrededor de melodías de Vivaldi, Telemann, Nat King Cole, Duke Ellington y Strayhorn. Para comprender mejor las sensaciones que describe con esta música de fondo, tuve que acudir a Youtube, e intentar sentir lo mismo. Desgarrador.

No fue tan difícil comprender al personaje. Y eso que la novela está escrita en primera persona, en la voz de un hombre. Todo lo emocional está explicado desde ese punto de vista. Sentí como si él, Hajime, estuviera desnudando su corazón frente a mí; como si fuera mi amigo y me confesara sus sentimientos, todos sus conflictos, su vacío y las situaciones para él inentendibles.

Sin embargo, considero que es una novela para hombres, especialmente para hombres casados, quienes se verán reflejados en esa vida melancólica (añorando un pasado más libre, menos complicado) en la que el matrimonio y los hijos no llenan sus expectativas; en la que el amor está en un lugar misterioso y alejado; en la que la ciudad es un eterno paisaje gris que les recuerda (o los obliga a) estar donde no quieren estar.

Tal vez por eso no me afectó directamente la historia. Sentí que me estaba abriendo una ventana hacia el interior masculino, y por momentos pude experimentar sensaciones, comprender sentimientos, pero jamás me sentí identificada. Por eso aquí dejo algunas frases que no marqué, pero que resalto, para darme a entender:

"...desde la primera vez que la vi me sentí atraído hacia ella de una manera tan violenta que incluso yo mismo me asombré. Fue como si, de repente, me hubiera alcanzado un rayo invisible y mudo mientras andaba por la calle en pleno día. Sin reservas ni condiciones. Sin causas ni explicaciones. No había ningún 'pero', no había ningún 'si'."

"El trabajo me aburría. El ambiente de la oficina en sí, no era malo, pero yo, por desgracia, no lograba sentir el menor entusiasmo por la redacción de libros de texto. Con todo, el primer medio año me sumergí en la labor intentando encontrarle algún aliciente."

"Mientras mi mujer estaba en cinta, tuve algunas aventuras. Pero no fueron nada serio ni tampoco duraron demasiado. Sólo me acosté una o dos veces con cada una. A lo sumo, tres veces. A decir verdad, ni siquiera tenía una conciencia clara de ser infiel."

"La excité tomándome todo el tiempo necesario y la penetré. Pero aquel día, mientras estaba dentro de ella, no me quité de la cabeza a Shimamoto. Cerré los ojos y pensé que era a Shimamoto a quien penetraba."

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