La venganza, según el diccionario que consultó C., significaba "responder con una ofensa o daño a otro recibido". Así que, tomó las mejores armas internas para atacar, las preparó en un bolso de piel y las dejó caer sobre D., que ese día se convirtió en víctima.
La satisfacción que C. esperaba experimentar, nunca llegó. Más bien regresaron, como un bumerán, los naturales reclamos y castigos. Cayó de espaldas sobre su cosecha.
Mientras se ponía de pie y se sacudía la mala hierba que sembró, empezó a resonar en su cabeza:
"No debes temer, retener, contar o ser avaro con tus pensamientos y sentimientos. Es cierto que la creación proviene de un desbordarse, así que debes aprender a digerir, tragar, nutrirte y no tenerle miedo a la plenitud".
Ese día, Anaïs Nin se convirtió en su mentora y D., en su mayor aprendizaje.
1 comentario:
Uy verdad q que lindo escribe la Nin!! Resulta q la otra noche no podia dormir y pasaban una pelicula basada en uno de sus libros y recorde cuando la lei x primera vez... Me gusto x irreverente, directa y leal a nadie mas que a ella misma!! Que bonito heimanita!!
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