sábado, 2 de febrero de 2013

Jugar a las revistas

De tanto hojear los catálogos de su mamá se quedó pensativa. Aún alejándose de ellos, si cerraba sus ojos, le regresaban las imágenes de esas páginas: párpados gigantes pintados de colores, cejas delgadas delineadas con un pincel, labios inflados y brillantes, pestañas de un largo nunca visto...

Recordó que en aquel mueble viejo, que le queda muy alto, sus papás colocan los perfumes y las cremas, pero también las pinturas en polvo, unas brochas delgaditas y crayones que pintan suave. ¿Qué tal si reproduce con todo eso aquellas imágenes de las revistas? Su rostro puede ser el lienzo.

Después de escalar hacia el asiento, sus pies cuelgan juguetones a escasos centímetros del suelo. Sus manos se tiñen de verde esmeralda, azul cielo, marrón y blanco. No le resulta tan difícil dibujar arcos oscuros sobre sus ojos, ni rellenar los labios sin salirse de la línea.

Cuando considera que su obra ha terminado, desciende con una sonrisa pícara. Justo a tiempo para recibir a su amigo, con quien quedó de salir a jugar al parque.

El niño del otro lado de la puerta no puede más que abrir bien los ojos para encontrar a su amiga detrás de la pintura. Ella suelta una carcajada, lo toma de la mano y le propone un nuevo juego: "hagamos juntos una revista para mamás".

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