Me da vergüenza revelar aquí aquel mensaje privado que le envié a ella. Pero sí me atrevo a resumirlo: Acababa de decidirme por ejercer el periodismo de manera independiente para poder escribir ficción de tiempo completo. En ese entonces yo leía "La loca de la casa", un libro escrito por Rosa, muy emocional, acerca de la necesidad que algunos tenemos de escribir. Me aventuré a preguntarle acerca de un taller de escritura en el que participo y del giro que estaba a punto de darle a mi vida. Para mi sorpresa, me respondió.
Ahora que la leo y me leo, me asusta la ingenuidad con la que le compartía algo tan importante. Todavía resolví algunas cosas antes de tirarme al agua. En diciembre de ese año renuncié.
Todo esto lo recordé porque hoy, como lo decía al principio, sin buscarlo, Guillermo Sheridan (escritor mexicano) me saludó en el Twitter.
Así, visto de lejos, no parece que las palabras de ambos sean la gran cosa, pero yo las siento como palmaditas en la espalda. También sé que no las necesito para continuar escribiendo y tomar mis propias decisiones, pero es que se sienten tan bonitas...