lunes, 28 de enero de 2013

Parafraseando

No te va a gustar, general,
pero no quiero más
verte pasar.
Solo me quiero sentar a esperar
que saltes al vacío
y que no vuelvas nunca
y que toda tu vida
te mate la culpa
de habernos robado una parte del alma,
que es lo que a vos te hace falta.

viernes, 25 de enero de 2013

Una habitación propia

En 1928 a Virginia Woolf le propusieron dar una serie de charlas sobre la mujer y la novela. Como resultado de dichas conferencias, se publicó un año después, Una habitación propia. Es un ensayo en el que responde a la pregunta ¿qué necesitan las mujeres para escribir buenas novelas? Para Virginia era esencial la independencia económica y personal, es decir, contar con una habitación propia. Hay que destacar que en aquel entonces, hacía nueve años que la mujer podía votar y aún quedaba mucho camino por recorrer.

Aquí copio algunos párrafos esenciales (perdón por la traducción española):

"La libertad intelectual depende de cosas materiales. La poesía depende de la libertad intelectual. Y las mujeres siempre han sido pobres, no sólo durante doscientos años, sino desde el principio de los
tiempos. Las mujeres han gozado de menos libertad intelectual que los hijos de los esclavos atenienses. Las mujeres no han tenido, pues, la menor oportunidad de escribir poesía. Por eso he insistido tanto sobre el dinero y sobre el tener una habitación propia".

"Espero que encontréis, a tuertas o a derechas, bastante dinero para viajar y holgar, para contemplar el futuro o el pasado del mundo, soñar leyendo libros y rezagaros en las esquinas, y hundir hondo la
caña del pensamiento en la corriente".

"De modo que cuando os pido que ganéis dinero y tengáis una habitación propia, os pido que viváis en presencia de la realidad, que llevéis una vida, al parecer, estimulante, os sea o no os sea posible
comunicarla".

"(...) hacer este trabajo, aun en la pobreza y la oscuridad, merece la pena".

Y hoy que releía su documento, reflexioné algo muy importante: creo que yo ya tengo mi habitación propia.

lunes, 21 de enero de 2013

Dedos largos y raros

A ella le gusta mantener las uñas cortitas porque le es casi urgente que las yemas de sus dedos estén libres. Sus huesos son demasiado largos como para estirar más su apariencia con las uñas. En una ocasión, un muchacho le tiró un piropo: "tienes las manos ideales para tocar el piano". A ella le hizo mucha gracia el comentario. Le trajo a su mente los sonidos torpes que producían sus dedos intentando tocar guitarra en su juventud.

Mucho tiempo después, ella comprendió la razón de ser de aquellas extremidades poco femeninas. Esas varillas largas y morenas que salen de sus manos prefieren sentir el roce de más de una treintena de cuadraditos plásticos. Sobre esos trozos coloca las yemas de sus dedos y un interesante fenómeno tiene lugar: al oprimir cada uno, aparecen letras. Y de juntar varias letras, surgen palabras. De muchas palabras, nacen frases, ideas...

Cuando se siente satisfecha, retira sus manos y lee el resultado. ¡Ajá! ¡Tiene apenas diez dedos, pero todos juntos escriben historias!

Qué diría aquel muchacho si la viera ahora, nueve años después, produciendo música arrítmica para los oídos; no en un piano, mucho menos en una guitarra, sino en un teclado de computadora.

lunes, 7 de enero de 2013

Empieza mi lista del año

El fin de semana ordené mis libreras. Por primera vez separo los libros que no he leído de los que ya (o de los que dejé a medias) e incluso, de los que tienen especial dedicatoria.

Del año pasado tengo acumulados varios títulos que nunca empecé. Algunos de ellos me los prestó un amigo, otros fueron regalo de las editoriales, le compré un par a otro amigo y los más recientes son los que traje de la FIL de Guadalajara. Hay uno por ahí rezagado de la librera de mi papá y otro, de un viaje a Inglaterra que hice en 2010. Y, por supuesto, tengo en un disco otro montón en su versión Kindle.

He decidido empezar mi lista con la novela Arrecife, de Juan Villoro.


Un buen regalo del 2012.

Para leer en 2013.

 
Los que tienen una dedicatoria de sus autores para mí :-)

De un tiempo para acá, los libros son mis pequeñas pero grandes alegrías. ¿Seré la única loquita?
 

domingo, 6 de enero de 2013

Sólo para lectores

Uno de mis programas de televisión favoritos, Página 2, incluye casi siempre una entrevista corta con músicos, actrices o celebridades a quienes les gusta leer. Yo me maravillo no sólo con sus respuestas sino con la certeza que hablan de títulos y autores. Me deja pensando cada vez que lo veo. ¿Será que yo podría contestar así de fácil a una entrevista como esa?, me pregunté un día.

Y entonces, me planteé el reto de intentarlo. Este fue el resultado:

LA PRIMERA VEZ
No tengo ubicada en mi memoria la primera experiencia con un libro, pues en mi familia el hábito de la lectura lo buscó cada quien por su lado. Sin embargo, sí recuerdo que en una librera de la casa encontré, tal vez a los 14 años de edad, varios títulos marxistas que llamaron mi atención (propiedad de mi papá). De entre ellos recuerdo uno de Materialismo Dialéctico que me devoré. Era una lectura compleja, para la cual tenía que hacer pausas largas en las que veía al vacío mientras digería la información, pero yo quedé con la sensación de haber descubierto la solución a los problemas de la humanidad. Nunca se lo conté a mi papá, porque no quería que ninguna de sus hijas tuviera contacto con esas ideas peligrosas de su juventud.
Goran Petrovic en la FIL de Guadalajara

UNA RECOMENDACIÓN
Bueno... no puedo ser definitiva. Siempre recomiendo lo que estoy leyendo, si es que me afecta enormemente. Por eso diré que Atlas descrito por el cielo es definitivamente un buen consejo. Me recuerda mucho al realismo mágico, sólo que el escritor, Goran Petrovic es serbio y eso le da a la magia un nuevo toque. Además, hay tanta dulzura e inocencia en sus relatos que para mí es imposible no enamorarme de ese corazón. (Para muestra, este botón).

CITA A CIEGAS
Virginia Woolf
¿Con qué escritor me gustaría tomar un café? Pues con Virgina Woolf o con Sylvia Plath. Me conformo con cualquiera. Tengo muchas preguntas qué hacerles acerca de sus "demonios" y me gustaría entender qué significado tenía para ambas la muerte.

DÓNDE Y CUÁNDO
Tengo un sillón que compré exclusivamente para leer, pero no lo uso. Siempre termino de espaldas sobre la cama. Y bueno, cuando tenía un horario de oficina, mi único tiempo disponible eran las deshoras. Con un par de libros me pasó que aprovechaba los semáforos en rojo para seguir leyendo, mientras conducía. Ahora, en esta nueva vida freelance, programé un horario para dedicarme a la lectura. Espero que me funcione.

COMPARTIR
Sylvia Plath
Me da mucho miedo compartir mis libros. Se los presto únicamente a quienes sé que me los devolverán, pero así fue como extravié El Túnel, de Ernesto Sábato (que nunca recuperé) y A sangre fría, de Truman Capote.

CLÁSICO PENDIENTE
Uff, de esta categoría tengo muchos. Pero voy a confesar el que más me avergüenza: El Quijote. Lo empecé, hace muchos años pero no lo terminé.

¿Y tú, cómo responderías a este cuestionario?

jueves, 3 de enero de 2013

Recomendación 5: Di su nombre


A la muerte le tenemos miedo porque la abusiva no nos dice cómo vendrá ni a qué hora. No sé si son más afortunados aquellos que saben cuánto tiempo tienen de vida, o quienes no pueden ni ver la guadaña. Al final, los afectados somos los vivos. Nosotros quedamos en este mundo renegando la ausencia, preguntándole al aire por qué y adelgazándonos un poco cada día de tanta lágrima.

De este período posterior a la muerte es que escribe Francisco Goldman, el periodista mitad guatemalteco y mitad judío estadounidense que publicó The Art of Political Murder: Who killed the Bishop? en 2007 (investigación acerca del asesinato de Juan Gerardi). Curiosamente, de una muerte violenta el escritor se volcó tres años después sobre otra, pero esta vez envuelta en una tierna e intensa historia de amor: la suya con su esposa.

Y cómo no iba a hacerlo, si la estaba sufriendo en carne propia. Di su nombre cuenta cómo vivió Goldman la ausencia de Aura. Las primeras páginas que leí de esta novela me exprimieron los ojos como trapito recién lavado. Las encontré en la Revista Gatopardo, en su edición de noviembre de 2012. Y tanto así me conmovió la historia que, uno de los primeros títulos que busqué en la abrumadora Feria Internacional del Libro de Guadalajara, fue este.

Tengo marcada casi cada página. No miento. Esto me pasa cuando me siento muy identificada con algún personaje. En este caso, con los dos principales. Cada vez que tomaba el libro en mis manos, me era muy difícil soltarlo. Yo sabía que tenía que dormir, comer, trabajar, pero no quería dejar solo al escritor en su duelo. Quería entender qué había pasado con Aura, por qué la suegra le echaba la culpa a él, cómo había sido la boda de estos dos intelectuales y escritores, qué había hecho Goldman con los cuentos de su esposa... Creo que lo terminé en tres días o en cinco... Eso no es importante.

Esta historia sirve para valorar la vida en pareja que tenemos, si es que la hay. Si la perdimos, también funcionará esta reflexión, pero además nos permitirá conocer cómo es el sufrimiento masculino, ese que no es diferente si llega a los 18 que a los 50 años de edad.

Cómo lamento no haber podido leer el libro antes de encontrarme con Paco (sí, ahora que les conté lo que me hizo sentir su novela, me siento en la libertad de tutearlo) en una charla de la FIL de Guadalajara. Hubiera prolongado su abrazo, le habría confesado sin ningún pudor las noches que lo acompañé desde mi cama, le daría mi pésame con un beso en la mejilla... No sé. Es que, lo que en realidad sucedió fue muy breve y frívolo. ¡Qué mala soy!

Una mexicana que esperaba junto a mí a Paco, y a quien le pedí favor que me tomara una foto con él, me contó que también leyó las primeras páginas de Di su nombre en la Gatopardo. Me explicó que había llorado durante su lectura y que había corrido a comprar el libro. Me confesó: "Así quisiera que escribiera un hombre acerca de mí cuando yo me muera".

No digo más. Les comparto algunas de esas palabras que marqué, pero la verdad es que les recomiendo que empiecen a leerlo. Habrá que pedirlo a Sophos porque aún no está en Guatemala.

"(...) la gente sí te mira cuando advierten que tienes los ojos enrojecidos y húmedos, y los labios torcidos por una mueca de sollozo. Me pregunto qué creen estar viendo y qué motivo imaginan para el llanto. A simple vista, una ventana se ha abierto de forma breve y alarmante."

"¿Había sido mi destino entrar en la vida de Aura cuando lo hice o me metí donde no debía y torcí su camino predestinado?"

"Ése es el lugar donde íbamos por hamburguess y unas copas ya tarde por la noche, ése el lugar donde íbamos por el brunch y aquél el-restaurante-en-el-que-siempre-peleamos. Caminar por estas calles es ahora eso: nombrar en silencio cada una de las paradas."

"(...) a veces vaciaba todo un cajón sobre la cama y me tumbaba sobre la ropa boca abajo. Sabía que en algún momento tendría que deshacerme de estas cosas (por lo menos de su ropa), que allá afuera había alguien que no podía costearse un abrigo completo y cuya vida sería más soportable con él (...) Pero aún no estaba preparado para dejar ir nada."

"¿Qué pensaste sobre esa larga noche, mi amor, mientras yacías ahí muriendo, con heridas tan terribles como las de cualquier soldado en una guerra, y totalmente sola? ¿Me culpaste? ¿Pensaste en mí con amor al menos una vez? ¿Pudiste ver o escuchar o sentir cómo te quería?"

"Esta idea convierte la muerte de Aura en algo que nunca dejará de suceder, como si el absurdo ventilador de la oficina del ministerio público dispersara su muerte en el universo por siempre, como si el sol y las luces del mundo fueran ahora como la luz de esa oficina y rechinaran frenéticamente sobre la tierra, durante la noche y ante mi vista, sin importar que mis ojos estén abiertos o cerrados."

miércoles, 2 de enero de 2013

HAPPY NEW YEAR


Mira, no pido mucho,
solamente tu mano, tenerla
como un sapito que duerme así contento.
Necesito esa puerta que me dabas
para entrar a tu mundo, ese trocito
de azúcar verde, de redondo alegre.
¿No me prestás tu mano en esta noche
de fìn de año de lechuzas roncas?
No puedes, por razones técnicas.
Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,
el durazno sedoso de la palma
y el dorso, ese país de azules árboles.
Así la tomo y la sostengo,
como si de ello dependiera
muchísimo del mundo,
la sucesión de las cuatro estaciones,
Julio Cortázar
el canto de los gallos, el amor de los hombres.