martes, 16 de junio de 2015

Orgullo agradecido

Desde hace dos días que los tomates en la refri dejaron de ser del supermercado. Llevamos acumulados como diez tomatitos, redondos y rojos, que hemos ido cortando de nuestras propias matas, sembradas en el jardín de enfrente.

A la par, del lado izquierdo, crecen chiles pimientos y jalapeños. A la derecha, fresas. Enfrente, dos tipos de menta, un palo de limones y otro de naranjas. En otra camita, alejados del sol directo, crecen el orégano y tomillo, junto al culantro y perejil.

No hemos tenido suerte con la espinaca, lechuga y brócoli, pero estamos aprendiendo.

El solo hecho de hacer esta lista me produce cierto orgullo, y todavía más cuando cocino lo que cosechamos. Además de saber que logramos esos frutos, sé que estamos comiendo sin pesticidas, petróleo, ni estamos promoviendo la explotación de nadie.

En cuanto podamos, intentaremos sembrar zanahoria, papa, cebolla y güicoyitos. Mientras tanto, espero con mucha emoción nuestras manzanas, peras y duraznos que no saldrán este año porque los palitos son muy jóvenes.

Esta es la primera vez que me atrevo a hacer algo como esto. Yo siempre pensé que era de esas mujeres a las que se les morían las plantas. Pero claro, también pensaba que no me gustaba cocinar y ahora, hasta horneo mi propio pan...

En estos dos últimos años, la vida se ha encargado de demostrarme lo equivocada que estaba con respecto a muchas cosas. Y por eso, me siento muy muy agradecida.