viernes, 1 de noviembre de 2013

Barrilete*


Si yo fuera un barrilete como este, me iría volando hasta Nueva York ahora mismo. Me soltaría con un ventarrón, como esos que arrancan la ropa del tendedero aunque mi mamá les ponga ganchos. Para no caerme al agua, podría brincar de una nube a otra. Al fin y al cabo Estados Unidos no está tan lejos de aquí. Llegaría el mismo día.
Foto: Moisés Castillo
Mi papá dice que lo primero que hay que hacer es besar el suelo del “país de las oportunidades”. Pero si los barriletes tocan el suelo, no vuelven a volar. Tal vez sería mejor besar uno de esos edificios gigantes. O me iría directo al hospital. ¡Ja! Me metería por una ventana para buscar aquella sala con videojuegos y paredes de colores.
A mí me gustó; casi me babeo la camisa cuando los doctores me contaron que ahí podía pasar mi tiempo de recuperación. Hasta podría echar un vistazo a las habitaciones de las chicas. No estaban nada mal, especialmente aquella del pañuelo verde en la cabeza… Si tan sólo no me hubiera tirado esa mirada… ¡Me jode! Allá o aquí, siempre me ven como si les diera asco.
Pensándolo bien, creo que ser un barrilete no es muy útil que digamos. Mejor sería que los sueños se hicieran realidad al día siguiente que uno los sueña. A mí, de tanto tener el mismo sueño, ya me hubiera sucedido muchas veces: voy al baño, y cuando enciendo la luz veo en el espejo la cara de un actor guapo de telenovela, de esos que hacen que las nenas griten de emoción. Desaparece esta máscara, no hay rastro de cicatrices, todo está en su lugar; como si no hubiera existido aquel animal maldito. ¿Le habrá gustado mi carne? ¿Cómo habrá sido mi nariz, si la tuviera? ¿Se parecería a la de mi papá o a la de ese tipo de mi sueño? Con una cara completa me hubiera ligado a la chica del pañuelo en un dos por tres.
Después de la operación, tengo que preguntarle a mi papá cuál es la mejor línea para tirarle a alguien como ella. Por fin se terminarán estos 12 años con máscara.
¡Uy, el barrilete está dando vueltas! ¿Qué me dijo mi papá? “Enrollar y jalar”, sí. Enrollo y jalo. Enrollo y jalo. ¡No funciona! ¡Se está cayendo! ¿Qué estaré haciendo mal? No puede ser. ¡Los barriletes no pueden caer al suelo!

*Basado en el cuento Ysrael, de Junot Díaz.